martes, 9 de septiembre de 2008

La muerte de un inocente


25 de diciembre de 1937: proceso y fusilamiento a Antonio Canales
Por Anselmo Vega Junquera

En la Navidad de este año de 2007 se cumplirán 70 de la muerte de Antonio Canales, Alcalde de Cáceres, ocurrida el 25 de Diciembre de 1937. Las circunstancias que propiciaron y contribuyeron a su fusilamiento forman parte del desarrollo de la Guerra Civil Española en la ciudad de Cáceres, que en este aniversario es oportuno recordar.

El año de 1936 había comenzado con la publicación de dos decretos en la Gaceta de Madrid (después, Boletín Oficial del Estado) el día 8 de Enero, firmados por Don Niceto Alcalá Zamora, Presidente de la Nación. Por el primero se disolvían las Cortes de la Segunda República y por el segundo se convocaban nuevas elecciones legislativas para el 16 de febrero siguiente, que era domingo.

Las fuerzas políticas estaban agrupadas en las dos tendencias clásicas de las derechas y las izquierdas. La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), Falange Española y el Bloque Nacional por una parte, y los republicanos de izquierdas, los socialistas y los comunistas por otra, apoyados estos por las organizaciones sindicales. Sin embargo, Gil Robles, de la CEDA, prefirió esta vez ir solo, creyendo que conseguiría los 300 diputados necesarios para gobernar con mayoría. Así que los falangistas, los tradicionalistas y los monárquicos alfonsinos tuvieron que presentar candidaturas independientes, mientras que las izquierdas, esta vez unidas, constituyeron el llamado Frente Popular.

El día 16 hubo una participación masiva. Según un suelto de un periódico de la época, “Desde primeras horas de la noche del domingo se tiene la firme impresión de una clara victoria del Frente Popular. En la mañana del lunes no sólo se confirman las primeras impresiones, sino que aumenta la magnitud del triunfo logrado por las izquierdas. En Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza y otras ciudades importantes la diferencia de votos no deja lugar a la más mínima duda. Ni siquiera hay que esperar a la segunda vuelta, señalada para el 1 de marzo”.

Efectivamente, en las grandes ciudades el triunfo de las izquierdas fue arrollador. El Presidente del Gobierno, Portela Valladares, de ideología liberal centrista y ante el resultado de las elecciones, dimitió. Ese mismo día los dirigentes del Frente Popular eligieron a Manuel Azaña como nuevo Presidente del Gobierno.

El día 21 las Cortes aprobaron un Decreto-Ley de Amnistía a los penados por delitos políticos y sociales, sobre todo los que participaron en las agitaciones del 6 de Octubre de 1934. El 14 de abril, con motivo del Desfile en el Paseo de la Castellana, en Madrid, conmemorativo de la Proclamación de la Segunda República, se originaron numerosos incidentes. El 1º de mayo, Día del Trabajo, se produjeron grandes manifestaciones. Hubo Huelga General en varias localidades en ese día y en los siguientes. En Zafra el día 6 y en Almendralejo el día 9. También se desencadenaron atentados contra instituciones religiosas.
Primer gobierno de la República. Manuel Azaña, 1º por la derecha
El 10 de mayo Azaña fue proclamado Presidente de la República y nombró Presidente de Gobierno a Casares Quiroga. El día 20 se cerraron las escuelas pertenecientes a la Iglesia Católica, por orden gubernativa. El día 1º de Junio se realizó una huelga de albañiles y electricistas. España estaba convulsa porque no había autoridad que pusiera fin a esas violencias, ya que no querían enemistarse con quienes les habían dado el voto en las elecciones pasadas.

El 16 de Junio, Gil Robles, diputado por la CEDA, denunció en el Parlamento la quema de 170 iglesias y el conato de ello en otras 200. Los asesinatos políticos proliferaban en muchos lugares y la desorganización era cada vez más evidente. En el mes de julio arreciaron los asesinatos a falangistas, y estos respondieron matando a militantes de la izquierda, en particular del sindicato de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT).
El día 12 de Julio fue asesinado el Teniente de Asalto José Castillo. Se acusaron unos a otros – derechas e izquierdas – de su autoría, que nunca se llegó a saber. Pero, como reacción o como provocación, al día siguiente, 13 de Julio, un grupo formado por Guardias de Asalto y miembros de las Juventudes Socialistas dirigidos por el Capitán de la Guardia Civil Fernando Condés, amigo personal de Castillo e instructor de las ilegales milicias paramilitares socialistas, tomó represalia asesinando a Calvo Sotelo en un furgón policial, tras sacarle de su casa a las tres de la madrugada con una orden de detención falsa. Su cadáver fue abandonado en el depósito del cementerio madrileño del Este. Según todas las investigaciones, el autor material de la muerte fue el pistolero socialista Luis Cuenca, guardaespaldas o miembro de la escolta personal del dirigente del PSOE Indalecio Prieto.

Estos acontecimientos precipitaron el levantamiento de los militares de la derecha, Queipo de Llano y Mola en la península y Franco en Canarias, como ya había sido planificado – a falta de fecha - en la reunión celebrada por Valera, Saliquet, Orgaz, Kindelán y Villegas en la casa de José Delgado, diputado de Gil Robles en Madrid, según nos cuenta Manuel Veiga López en su libro “Fusilamiento en Navidad”.

Otras fuentes consultadas han sido el artículo de Raúl Aguado Benítez, “Cáceres, verano 1936”, en la Web de la Revista Alcántara nº 55, de Enero-Abril 2002 y también la Web que trae la “Historiografía sobre la Guerra Civil 1936-1939: Extremadura”, de Julian Chaves Palacios, de fecha 15-6-2004.

Todo había sido planeado con meticulosidad por los altos mandos militares del llamado bando nacional. El 18 de Julio el General Franco había ido desde Tenerife, donde estaba la Capitanía Militar de la que era titular, hasta Las Palmas, para asistir al entierro de un conocido, según pretextó. En el muelle, hoy cubierto por la calle “Muelle de Las Palmas”, ganada al mar, le esperaba una lancha motora, que lo llevó al Aeropuerto de Gando. Allí esperaba un avión marca Havilland, tipo Dragón Rapide, que había sido alquilado en Inglaterra, y con el que se le trasladó a Tetuán, vía Casablanca, para ponerse al frente de las fuerzas de Marruecos.

Una vez que Franco supo cómo había resultado el levantamiento en la península – había fallado en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, así como en Madrid y todo el Levante - decidió organizar el paso del Estrecho para las tropas que tenía en el Norte de África, que le eran leales. La ruta hacia Madrid, objetivo prioritario de los sublevados, era difícil en línea recta por estar la zona en manos de la República, por lo que ordenó desviarse, trazando un itinerario desde Sevilla - que estaba controlada por Queipo de Llano - a Mérida. De ahí a Talavera y luego a Madrid.

El entonces Teniente Coronel Yagüe, responsable de las fuerzas militares, las condujo hacia la provincia de Badajoz, en donde tuvieron fuerte resistencia, que produjo numerosas víctimas a los dos bandos. Se tomó el pueblo de Monesterio el día 4 de Agosto, así como el de Llerena, con varios fusilamientos. En Fuente de Cantos, en donde las tropas entraron el día 5, no encontraron oposición. La columna que había ocupado Llerena prosiguió su avance y en las inmediaciones de Los Santos de Maimona se produjo una batalla, que ganaron al cabo de unas horas, apoderándose del pueblo.

La otra columna, que avanzó directamente hacia Zafra, se quedó esperando, después de tomar esa ciudad, ya que se habían refugiado allí bastantes huidos republicanos, que fueron fusilados. Luego ambas columnas se dirigieron a Villafranca de los Barros, en donde volvieron a encontrar fuerte resistencia, sufriendo también ataques aéreos, por lo que hasta el día 9 no lo ocuparon completamente, dejándolo atrás después de haber realizado unos 50 fusilamientos. En Almendralejo también encontraron resistencia. La IV Bandera se quedó asediando la Iglesia en donde se refugiaron los republicanos. Después de ocupada fusilaron a unas 60 personas.

La VI Bandera se desvió hacia la derecha, por Alange y Zarza, en donde combatieron contra una columna republicana, a la que vencieron completamente. Mientras, la V Bandera siguió hasta Mérida, por Torremejía, no encontrando ninguna resistencia, pero sí en Mérida, que al final se tomó el día 11 después de una fuerte contraofensiva y sangrientos combates. Una vez sojuzgada, quedaba Badajoz, que también estaba dominada por los republicanos.

Yagüe marchó entonces hacia Badajoz con 2.250 legionarios, 750 regulares marroquíes, y cinco baterías. Dentro de la ciudad, el Coronel Puigdendolas tenía bajo su mando un contingente de unos 500 soldados, más unos 3.000 milicianos. El ataque comenzó en la tarde del 13 de Agosto, después de un intenso bombardeo de la ciudad por la aviación alemana. Una unidad de la Legión asaltó la Puerta de la Trinidad, pero los republicanos la tenían defendida con ametralladoras, frenando así el asalto, en el que cayeron varias oleadas de los atacantes. Entonces estos utilizaron los tanques, con los que consiguieron abrir una brecha en la muralla, por la que ya entraron, llegando al cuerpo a cuerpo.

Por la parte sur de la ciudad, los regulares de Tetuán se abrieron paso a través de la Puerta de Carros. De esa forma, los legionarios y los marroquíes, una vez dentro, barrieron a los defensores, acuchillando y fusilando a quienes encontraban en el camino. En la Catedral se refugiaron unos 50 milicianos, que al final se quedaron sin municiones, siendo arrasados y fusilados allí mismo. Viendo perdida la ciudad, el Coronel Puigdendolas la abandonó, huyendo a Portugal. Después vinieron las ejecuciones a los republicanos civiles, cuyo número no ha podido ser cuantificado.

En cuanto a Cáceres, la ciudad estuvo de parte del llamado bando nacional desde el primer momento. La conspiración previa a la sublevación militar fue desarrollada principalmente por el Comandante Joaquín González Martín y los Capitanes Alfonso Pérez Viñeta y Francisco Visedo Moreno, quienes estaban en permanente contacto con las autoridades de Valladolid, cabecera de la VII división a la que pertenecía Cáceres.

Estos comenzaron a preparar el alzamiento en Cáceres tras la visita del Capitán vallisoletano Eloy de la Pisa Bedoya, realizada en mayo a la guarnición cacereña, formando una Junta Militar que fue secundada por el Comandante Linos Lage y los Capitanes Luciano López Hidalgo y Carlos Argüelles Tejedor. También la Falange dio su apoyo incondicional a la mencionada Junta Militar.

Por otra parte, en el ámbito de la Guardia Civil los contactos con los militares sediciosos fueron el Comandante Fernando Vázquez Ramos y el Capitán Luis Marzal Albarrán, mientras que el jefe de la comandancia, el Teniente-Coronel Ángel Hernández Martín, fue deliberadamente dejado de lado por la conspiración debido a su conocido republicanismo, al igual que el Coronel del Regimiento Argel, Álvarez Díaz, quien fue informado de la sublevación de la capital cacereña sólo en el último momento.

El propio Gobernador Civil se negó a entregar armas al pueblo, un hecho que de haberse producido hubiese impedido, al principio, que los sediciosos cacereños lograran apoderarse con rapidez de la ciudad al igual que había sucedido en otras localidades españolas. Bien es verdad que no había hecho sino cumplir órdenes del Gobierno Central cuando se negó a entregar armas al pueblo.

Alrededor de las once de la mañana del día 19 de julio de 1936, un Batallón del Regimiento de Argel nº 27, al mando del comandante Linos Lage, salió de su cuartel, llevando banda de música y bandera republicana. El Gobierno había dado a conocer por la radio la sublevación militar en África, pero afirmaba controlar la situación en casi todo el país. El periódico local Extremadura había recibido órdenes de no comunicar ni una sola línea de información sobre el levantamiento militar. Además, las comunicaciones periodísticas habían quedado interrumpidas desde el día 17, justo después de haber llegado a la redacción del diario un telegrama cifrado que daba cuenta de la sublevación en África. El Batallón desfiló por las calles Canalejas (hoy Barrionuevo) y General Ezponda hasta desembocar en la Plaza Mayor. Allí, frente al Ayuntamiento, el comandante Linos proclamó el Estado de Guerra.

Después las tropas se encaminaron hacia la plaza de Santa María para tomar el Gobierno Civil y la Diputación Provincial. En el primero se hallaban reunidos importantes miembros locales del Frente Popular. La Guardia de Asalto que custodiaba el edificio optó por no oponer resistencia a las fuerzas del Comandante Linos. Detenidas las autoridades republicanas, el Ejército, ayudado por la Guardia Civil que se había sublevado siguiendo las órdenes del Comandante Fernando Vázquez, ocupó los principales edificios públicos de la ciudad (Correos, Telégrafos, Casa del Pueblo, etc.), sin disparar ni un solo tiro.

El único incidente bélico de ese día se produjo en las inmediaciones de la cárcel. Dentro se encontraban detenidos numerosos falangistas desde el 13 de Julio, entre ellos el jefe Provincial, Capitán Luna. Algunos militantes socialistas y comunistas trataron de llegar hasta allí a bordo de un camión, con el objetivo de hacerse cargo de los presos. La Guardia Civil – según algún historiador, sólo uno - les salió al paso y se entabló un tiroteo entre ellos, huyendo sin detenerse los republicanos. El incidente se saldó sin ninguna baja por ambas partes.

El mismo día, 19 de Julio, por la mañana, se celebraba la primera conferencia provincial del Partido Comunista. Asistían, entre otros, el diputado por Badajoz, Martín Cartón, el secretario general de los comunistas cacereños, Máximo Calvo, y el socialista Felipe Granado, así como una gran mayoría de los delegados locales de la provincia. En medio de la reunión, alguien comunicó a Granado que el Regimiento Argel había tomado el Gobierno Civil. Inmediatamente se suspendió el acto, lo que permitió la huida a un buen número de militantes comunistas, antes de que llegara al local la Guardia Civil.

Liberado el Capitán Luna, se puso rápidamente al mando de las milicias falangistas que, en dicho día 19, levantaron en pie de guerra, exclusivamente en la ciudad de Cáceres, cerca de mil hombres. Desde su puesto de jefe Provincial de Falange, Luna jugaría un importante papel en la ocupación de numerosos pueblos de la provincia, al ordenar a las agrupaciones locales la toma de ayuntamientos y el refuerzo militar de algunos puntos de interés estratégico, tales como el Puerto de Miravete, el puente de Almaraz y las líneas fronterizas con Portugal.

La represión comenzó inmediatamente. El día 21 fueron detenidos el gobernador y el alcalde constitucional, Antonio Canales. En la Alcaldía se presentó Manuel Plasencia, de la CEDA, acompañado del Teniente de Seguridad D. Pedro Sánchez y Sánchez, con la orden correspondiente, para que aquél le entregara el bastón de mando. Canales, haciendo la salvedad de que él era el alcalde elegido por el pueblo y en contra de su voluntad, entregó el mando. Inmediatamente fue llevado a los calabozos, en espera de órdenes.
Antonio Canales: alcalde socialista y republicano de Cáceres

Antonio Canales había nacido el 3 de febrero de 1885, en Arroyo del Puerco (desde diciembre de 1936 se denominó Arroyo de la Luz). Vinculado al arte de la impresión, quizá por influencia de su hermano mayor, Juan, llegó a ser Regente del diario “El Noticiero”. La prensa de aquella época tenía cabeceras tales como “Nuevo Día”, “El Bloque”, “El Adarve”, “La Montaña”, “Extremadura” y “Hoy”, de los que sólo han sobrevivido los dos últimos.


Proclamación en las calles de la II República. 14 de abril de 1931

El 28 de junio de 1931 se celebraron en España las elecciones a Cortes Constituyentes de la II República Española. A ellas concurrieron, por una parte la Conjunción republicano-socialista, en la que, aunque cada partido concurría con su propio programa, formaban unidad: el PSOE, los radicales de Lerroux, los radicalsocialistas, los progresistas (Derecha Liberal Republicana) y la Acción Republicana de Azaña. La derecha antirrepublicana concurría dividida.

Las elecciones dieron un triunfo rotundo a la conjunción republicano-socialista. La derecha y el centro republicanos (con la excepción de los radicales) quedaban reducidos a un papel testimonial, en tanto que la derecha monárquica sufría un serio revés. Como resultado, la mayoría de las izquierdas en el Parlamento (aglutinando a socialistas, radicalsocialistas y Acción Republicana, puesto que radicales y progresistas abandonaron pronto la coalición) dio lugar al denominado "bienio reformista" entre los años 1931-33

Antonio Canales resultó elegido Alcalde, con la mayoría de los votos, mientras que Mario Rosso de Luna, independiente, fue el que menos obtuvo.

En Octubre de 1934 y con motivos de los sucesos ocurridos entonces, Canales fue forzado a dimitir, pero en las elecciones del 20 de febrero de 1936 fue repuesto en el cargo de Alcalde, que ostentó hasta el 21 de Julio de dicho año, como hemos relatado antes. A partir de aquí, los hechos empezaron a sucederse vertiginosamente.

El 2 de Agosto se sustituyó al Alcalde provisional, Manuel Plasencia, por el Capitán de Infantería Luciano López Hidalgo.

El día 10 Antonio Canales ingresó en la antigua Prisión Provincial de la calle Nidos.

El 26 de Enero de 1937 se inició el Primer procesamiento: Conspiración contra la rebelión militar, por no haber apoyado al llamado bando nacional. El 3 de Febrero, Antonio cumplió sus 52 años en la cárcel de la calle Nidos, desde donde escribió a su familia.

El 1 de Junio el Capitán López Hidalgo dejó la Alcaldía y se incorporó al frente, por lo que el día 9 se designó el nuevo Alcalde, Narciso Maderal.

El 23 de Julio la aviación republicana bombardeó la ciudad de Cáceres. Sobre las nueve o nueve treinta de la mañana, 5 bimotores Tupolev SB-2 “Katiuska” soviéticos de la 4ª escuadrilla, al mando del teniente coronel Jaume Mata Romeu (de 18 años), de las Fuerzas Aéreas de la República Española -FARE- que habían despegado del aeródromo de “Los llanos” en Albacete, arrojaron 18 bombas, las cuales afectaron a diversas construcciones (como el palacio de Mayoralgo – que quedó casi destruido - el mercado de abastos, Santa María, traseras del cuartel de la Guardia Civil, Ayuntamiento, las calles Nidos y Sancti Espíritu), causando 35 muertos y numerosos heridos. En la Plaza Mayor cayeron dos bombas. Otra cerca de la plaza del Duque. Tres por la parte de la Catedral. El resto, ya por fuera de la parte amurallada.

El 27 de Julio trasladaron a Antonio Canales a la llamada entonces Cárcel Nueva en la carretera de Torrejón (hoy cárcel vieja), cuya primera piedra había colocado él mismo en 1934. También había puesto la primera del nuevo edificio del Gobierno Civil, en la Avenida de Mayo, hoy Virgen de la Montaña.

El 9 de Agosto comenzó el Consejo de Guerra, quien lo acusa de pertenecer a la masonería, conspirar para la rebelión y adhesión a la misma. En cuanto a la primera, que se basaba únicamente en haber encontrado en su casa ciertos libros, él la negó tajantemente. Y en cuanto a las otras, acusado de estar involucrado en el supuesto complot del dirigente comunista Máximo Calvo – Alcalde de Cadalso - se defendió diciendo que en realidad llevaba incomunicado en la cárcel desde el día en que la sublevación se consumó en la capital.

El General Franco llegó a Cáceres en el mes de Agosto y allí estableció su Cuartel General, desde donde dirigía las operaciones. La toma de Madrid se retrasaba y entonces decidió enviar las fuerzas hacia Toledo, donde los republicanos sostenían un feroz asedio al Alcázar, defendido por el entonces coronel Moscardó. La ocasión era propicia para obtener un éxito con resonancia, por lo que encargó al General Varela de este cometido. Una vez liberado el 26 de Septiembre, Franco regresó a Cáceres, donde el día 29 fue proclamado Jefe del Estado en el Palacio de los Golfines de Arriba. Y el 3 de Octubre trasladó su Cuartel General al Palacio Episcopal de Salamanca.

Como dato curioso, señalaremos que Juan Barra Moreno, cacereño de nacimiento, fue el barbero de Franco durante su estancia en Cáceres en los meses de agosto a noviembre de 1936.

Mientras, seguía el Consejo de Guerra a Antonio Canales, quien resultó culpable de todos los cargos – ninguno por delito de sangre sino, como mucho, de ideología - a pesar de la defensa que él mismo hizo. Fue fusilado el día de Navidad de 1937, mientras profería – según dicen, a pesar de su republicanismo – la frase “Viva la Virgen de la Montaña”.

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