lunes, 8 de septiembre de 2008

Extremadura musulmana


Una breve aproximación a la presencia musulmana en Extremadura:
EL REINO TAIFA DE LOS AFTASÍES

Por Víctor Manuel Casco Ruiz

Durante este mes de octubre la sección de Historia del Ateneo de Cáceres ha venido realizando distintas aproximaciones a la historia, cultura y sociedad del Islam.

Así, tomando como excusa el visionado de la película Mahoma, el mensajero de Dios (dirigida por Moustapha Akkad), pudimos acercarnos a los inicios mismos del Islam, a la prédica del “mensaje” y constitución de la umma. Recorrimos un primer camino, el de los albores e inicios de una sociedad cuyo ejército, en poco más de un siglo, traspasaría las fronteras de los Alpes.

Con una visita a los restos de la Alcazaba de Badajoz, y de paso a algunos de los puntos más emblemáticos (y desconocidos para buena parte de los extremeños) de la ciudad pacense, nos adentramos en la senda de la presencia musulmana en Extremadura. Tal vez bastaba con echar una mirada a las murallas y torres albarranas de nuestra ciudad, o al aljibe del Museo Provincial de Arqueología. Incluso más cerca, en Trujillo, teníamos una importante manifestación de las estructuras defensivas de los musulmanes extremeños. Pero cómo no visitar el vestigio más importante de la presencia del Islam en nuestra tierra, cómo no mirar con otros ojos los restos de la ciudad refugio de Ibn Marwan, la capital de la Taifa de Sabur y de los Aftásidas.

Poco queda ya de esa medina que en 1670 Juan Solano de Figueroa y Altamirano aún podía describir con entusiasmo, no exento de melancolía por lo que entonces se había perdido. Decía Juan Solano de ese “castillo” que era

Fuerte, capaz de mil vecinos… Sus jardines, vergeles, huertas, alamedas, viñas y olivares representaban un nuevo Paraíso. Y siempre auremos de hablar, como de cosa que pasó; porque à permitido la Divina Providencia que en esta Çiudad y obispado tenga el estrago la parte maior
(Historia Eclesiástica de la Ciudad y Obispado de Badajoz. Reeditada en 1929 por el Centro de Estudios Extremeños)

Balladozo, Badaliouco, Batalius, Batalyaus… Esta vieja, antigua e importante ciudad del Guadiana fue durante poco menos de un siglo una de las capitales culturales más importantes del al - Andalus fragmentado. Poetas e historiadores árabes hablan de sus fiestas, de sus certámenes, de sus veladas incansables, incluso de las que tenían lugar mientras a las puertas de las murallas acampaban los ejércitos cristianos. Sus reyes fueron no sólo protectores de las artes, sino promotores directos. Así, el literato al – Saqundi escribía

Tenéis un rey que haya compuesto sobre las diferentes ramas del conocimiento una obra de cien volúmenes, como la que compuso al-Muzaffar Ibn al-Aftas, rey de Badajoz, a quien no apartaron las guerras ni los cuidados del reino de su afición literaria

Probablemente serían menos de cien volúmenes, pero lo cierto es que tanto al-Muzaffar como su sucesor al-Mutawakkil pudieron competir en rivalidad cultural con los reinos vecinos de Toledo o Sevilla. Sus cortes fueron cuna de poetas, prosistas y gramáticos, la mayoría de ellos nombrados secretarios (Katib) y ministros (wazir) del gobierno. Ahí tenemos los ejemplos de Muhammad Ibn Hud, Abu Bakr al Qabturnu, Ibn Sa`id o Muhammad Talha.

Los poetas de la época tenían tal licencia y libertad de palabra, que Ibn Sara podía escribir sobre el frío de Granada unos versos que no hacen presagiar los próximos tiempos del rigor almorávide:

En esta tierra se puede dejar de hacer la oración, y hasta beber vino, aunque
sea cosa prohibida,
para poder ganar el fuego del infierno,
que siempre será más dulce y agradable que el frío de Sulayr
(Sierra Nevada).

Pero adentrémonos ya en la materia que nos ha convocado aquí, la presencia musulmana en Extremadura y el Reino de los Aftasies:

Pensad en el año 622. Es entonces cuando un profeta, Muhammad, huye de su ciudad natal La Meca de Arabia para buscar refugio en Yatrib, la futura Medina. Arabia no existe en el imaginario popular de occidente y para los monjes cristianos sólo es una región mencionada en el Antiguo Testamento. Sin embargo, aquella fecha da salida a un imperio que entre el 711 y el 713 logrará que el Reino Visigodo se derrumbe como un castillo de naipes y que un nuevo nombre, Islam, forme parte de la mentalidad colectiva de occidente.

También para el Islam se rompen las fronteras del pensamiento. En las tribus árabes preislámicas todo se reducía a las historias que de reinos legendarios hablaban los mercaderes o las que se contaban de las sociedades fronterizas del país de los romanos (los rumy, los bizantinos) o del imperio sasánida. En el año 713 ese mundo se ha traspasado y en las medinas árabes se puede oír hablar de los rumy de oriente y de la Yalaliqa (Galicia ) y los ifrany (los francos) de occidente.

Quiero decir con esto que el Islam ha condicionado buena parte de nuestra historia y de nuestras mentalidades, que la historia de España no se entiende sin el Islam.
Y sin embargo, ocho siglos de presencia musulmana en nuestro país no se ha traducido en una ingente cantidad de trabajos historiográficos sobre el tema. Es más, las primeras aproximaciones sistemáticas procedieron del campo de la literatura: de profesores especializados en literatura árabe medieval como Pedro Martínez Montávez que terminaron realizando auténticos trabajos históricos.

La presencia musulmana en Extremadura tampoco ha logrado despertar entre nuestras autoridades (políticas y académicas) el interés por conservar y estudiar los restos de aquella sociedad: tardíos han sido los estudios arqueológicos sobre la alcazaba de Badajoz o la propia de Mérida (con la excepción de Fernando Valdés, quien ha venido a romper en los últimos años con esta dinámica), lamentable es el espectáculo que ofrece la cerca almohade de Cáceres, patrimonio de la Humanidad, cuyo estado y conservación dejan “algo que desear”.

Pongamos otro ejemplo: todas las fuentes árabes hablan de la existencia de un poblado importante en Extremadura llamado “Miknasa”. Miknasa sería el nombre genérico de una importante tribu bereber que formó parte de los ejércitos de Tariq al-Istajri y que se instalaría en nuestra región en un lugar que tomó el nombre de la tribu. Miknasíes serán los Banu Wansus instalados en Mérida y los Banu l-Aftas de Badajoz. Este poblado aparece constantemente en las crónicas, conquistado y reconquistado sucesivamente. Y sin embargo nadie ha podido localizar su emplazamiento.

1.- MARCO PARA UNA HISTORIA DE LA PRESENCIA MUSULMANA EN EXTREMADURA:

La obra de Manuel Terrón Albarrán se nos ofrece como una de las primeras lecturas sistemáticas de la presencia musulmana en nuestra región. “El solar de los Aftasidas” o el más posterior trabajo en la obra colectiva “Historia de la Baja Extremadura” constituyen hitos importantes en esta materia.

Con bastante anterioridad podemos encontrar algunas referencias ocasionales en los “Discursos Patrios de la Real Ciudad de Badajoz” de Rodrigo Dosma Delgado (publicados en 1581) o en la “Historia Eclesiástica de la Ciudad y Obispado de Badajoz” realiza por Juan Solano de Figueroa y Altamirano en 1670, antes citada.

Las primeras monografías se deben a Martínez Martínez y H.R. Idris. El primero publica en 1904 “Historia del Reino de Badajoz durante la dominación musulmana” y en 1965 Idris dará a conocer su estudio sobre la dinastía de los Banu Aftas bajo el título de “Les Aftasides de Badajoz”.

En 1971 y 1991 se publican los libros mencionados de Manuel Terrón y en 1992 la UEX publica el estudio de María de los Ángeles Pérez Álvarez sobre las fuentes árabes de Extremadura.

No quiero dejar pasar este apartado sin mencionar los trabajos arqueológicos de primer orden que viene desarrollando el profesor Fernando Valdés Fernández (sobre la Alcazaba de Mérida y sobre los restos musulmanes esparcidos por la actual Badajoz), algunos de cuyos artículos han sido recogidos en un volumen realizado por la Diputación de Badajoz bajo el título de “En torno al Badajoz Islámico”. También debemos destacar el congreso de 1996 celebrado en Mérida bajo la dirección de Fernando Díaz Esteban y cuyas actas se han publicado con el título de “Bataliús. El reino Taifa de Badajoz”.

Con las obras de los geógrafos coetáneos a los hechos Al-Bakri, Al-Idrisi, Ibn Galib y Yaqut; la Muqtabis del historiador Ibn Hayyan (testigo de la caída del califato) y las memorias de Abd Allah y de Ibn Sahib al-Sala para la presencia almorávide y almohade en España podemos finalizar la mención a los documentos esenciales para conocer esta época.

2.- EXTREMADURA MUSULMANA:

Ni el tiempo ni la paciencia de los oyentes me permite realizar una aproximación lo más completa posible a la historia de la sociedad islámica en Extremadura. Por eso me conformaré con dar algunas notas, algunas pinceladas que dibuje un marco general. Pero si quisiera que este tiempo sirviera para despertar en la audiencia el interés por adentrarse en el conocimiento de esta sociedad, de su cultura, religión, literatura, historia… Máxime en unos tiempos donde lo islámico vuelve a tratarse desde una concepción maniquea, habiendo triunfado en los medios políticos que nos gobiernan la tesis del choque de civilizaciones de Hantington.

La historia del Islam en Extremadura basculará entre dos grandes ciudades, Mérida y Badajoz. Dos ciudades que contendrán una población heterogénea de musulmanes beréberes, árabes o muladíes y cristianos (mozárabes). Dos medinas que se constituirán en foco de rebelión frente al poder central de Córdoba: tras la conquista musulmana, Mérida acogerá los primeros resortes del poder y las primeras rebeldías para entrar luego en una fase de decadencia; Badajoz deberá su nacimiento a la oposición con los Omeyas y finalmente será capital independiente de una extensa región que incluirá parte de Portugal y la actual Extremadura.

La historia del Islam en Extremadura también está marcada por la constitución temprana de la región en frontera con la sociedad cristiana, en al tagr al – yawfi, en Marca septentrional o norteña de al-Andalus. Es decir, su espacio se verá disminuido progresivamente en beneficio de los reinos de Portugal, León y Castilla y sus pobladores habrán de desarrollar su vida, sus costumbres, su economía en un medio marcado por la guerra.

2.1.- Conquista. Mérida, foco de rebeliones.

En el año 711 Tariq Ibn Ziyad pone pie en en Tarifa junto a un contingente de musulmanes mayoritariamente bereberes. La historia de la España Visigoda se cierra en estos momentos, tras pasar sus últimos 30 años en una constante de guerras civiles y luchas intestinas entre la nobleza, arruinada su economía y con un poder central claramente debilitado. Esta visión, esta imagen de un gobierno en decadencia, animará a Tariq a convertir su expedición inicial en una marcha de conquista que le conduce rápidamente a Toledo. Las ventajosas condiciones de capitulación que promueven los musulmanes, su tolerancia para con las expresiones religiosas y culturales de la población hispano - romana y, seguramente, el deseo de los pueblos, villas y ciudades de terminar con una etapa de guerras, serán una de las principales cartas de presentación de los ejércitos del Norte de África.

En 712 acude Musa Ibn Nusayr al mando de un importarte contingente de árabes (18.000 hombres) que desde Sevilla marcharán por las tierras extremeñas, hacia la capital de la antigua Lusitania: Mérida. Un apunte: como recoge Manuel Terrón, aunque predomina la presencia árabe en el ejército entre estas tropas también participan destacados jefes beréberes.

Digamos pues que ya tenemos presentes a las dos etnias principales de la comunidad musulmana. Entre los primeros invasores destacarán por su número los beréberes, hombres procedentes de las tribus del Norte de África que recientemente se habían incorporado al Islam. De la misma fe, sus intereses no siempre serán coincidentes con los de los árabes.

Los bereberes, con una marcada tradición tribal, se dispersarán en pequeños núcleos por las tierras conquistadas, configurando entidades clánico – tribales, dedicándose a la agricultura y especialmente a la ganadería. En los 50 años posteriores a la invasión de Tariq y Musa, acudirán nuevas oleadas desde África y tomarán asiento en las extensas tierras entre los Montes Cántabros y Extremadura. No se producirán asentamientos mixtos de árabes y bereberes, sino que desde el principio se forman dos mundos separados. El “elemento bebeber”, en palabras de Pedro Chalmeta, será otra de las constantes en nuestra región.

Los árabes, minoritarios en proporción, ocuparán las principales ciudades y las riendas del poder, que quedarán en manos de las familias árabes.

La invasión musulmana no supone una ruptura absoluta con el modelo organizativo y económico de la España anterior. De hecho, las principales ciudades visigodas seguirán siendo el medio idóneo desde el cual los nuevos gobernantes van a ejercer su poder. Las ciudades de nueva fundación son escasas en esta época, dejando al margen la creación de atalayas guarnecidas que habían ido creando las tropas de Tariq y Musa en su avance por hacia Toledo y Mérida.

El interés por controlar las principales ciudades anima a Musa a dirigir sus fuerzas contra Mérida, una ciudad capital de provincia que conservaba buena parte de su fama antigua y uno de los principales núcleos de población de la península, con una larga tradición urbana. En Mérida residían, además, algunas de las familias más importantes de oligarquía visigoda.

En palabras de Ajbar Maymu

Confió Musa la guarda de la ciudad de Sevilla a los judios y se dirigió a la ciudad de Mérida, donde residían algunos grandes señores de España

El asedio será largo y costoso, propio de un emplazamiento con murallas como no han hecho otra los hombres (Maymu). La capitulación pacífica (sulh) tendrá lugar en el en el 94 de la Hégira, el 30 de junio del año 713:

Para los musulmanes quedarán las riquezas de la Iglesia y la de los huidos y muertos en combate. El resto de la población mantiene sus propiedades, sus ritos culturales e incluso algunas de sus estructuras de gobierno local. Los impuestos ha pagar, el jaray (impuesto territorial) y la yizya (impuesto capital) serán bastante menos onerosos que los pagados al gobierno de Toledo. Y en todo caso, la conversión al Islam suponía, al menos en los primeros años, no pagar ni uno ni otro impuesto.

Entre 711 y 713 asistimos al derrumbe del Reino Visigodo. Primero desde Toledo, y pronto desde Córdoba, los nuevos gobernantes musulmanes establecen sus directrices y organizan la nueva tierra del Dar al – Islam, la tierra, por cierto, más occidental del Califa, el al - Garb del Imperio Islámico.

Pronto se enfrentará el gobierno árabe de Mérida a dos focos de rebelión frente a Córdoba: la comarca de Fuente de Cantos y la propia ciudad. Rebeliones protagonizadas por muladíes o bereberes, o en bastantes casos protagonizadas por ambos grupos a la vez. Razones económicas, sociales y en algunos casos misticismos religiosos están en la base de estos levantamientos frente a los delegados del wali de al-Andalus. A ello debemos unir el rápido contagio entre las tribus bereberes de los levantamientos que en el norte de África se producen en el IX. Entre las principales familias de esta etnia debemos destacar a los Nafza, Zanata, Miknasa, Hawwara, Masmuda, Kutama, Zuwaga y Magila.

Mérida por su población heterogénea, así como el fácil control de sus murallas y su puente desde dentro, será una de las ciudades más conflictivas para los gobernadores de Damasco y los emires omeyas. Ocupada y reocupada por los insurrectos o por las fuerzas del gobierno central durante todo el siglo IX, al – Maqqari escribirá:

¡Ay de Mérida! La ciudad rebelde que yergue su
arrogante cabeza contra el destino

Entre los levantamientos más importantes, destacamos el protagonizado por Asbag Wansus entre 805 y 813 o el que vivió Abd al-Rahman I entre 816 y 817. El de mayores proporciones para la ciudad tendrá lugar poco después, entre 828 y 835, dirigido por el muladí Sulayman Ibn Martin y el bereber Mahmud Ibn Abd al-Yabbar. Durante esta rebelión se producirá el asesinato del gobernador Marwan al-Yilliqi y la posterior intervención directa del emir Abd al – Rahman. Pero también tendrá otras consecuencias urbanas:


Vista aérea de la alcazaba emeritense

El fácil control de las murallas, y el hecho de constituir éstas una salvaguarda frente a los ejércitos de Córdoba, determinará a Abd al-Rahman II a cambiar la propia estructura defensiva de la ciudad. El emir de Córdoba será quien ordene levantar la Alcazaba: desde esta plataforma no sólo se controlan los accesos y salidas al puente (y sin el control de éste no hay rebelión de magnitud posible), sino que será entre las murallas de ésta donde se alojen las fuentes de la ciudad: todo el que acuda a buscar agua deberá pasar antes por unas puertas consagradas al emir y contemplar las estatuas del antiguo esplendor romano, los símbolos de la ciudad, junto al nombre de Abd al-Rahman. El gobernador y sus tropas se alojarán, por otra parte, en esta ciudadela.

Este uso ingenioso, casi publicista, de estatuas e inscripciones para indicar claramente a la población quien manda no supone una novedad entre los musulmanes. El empleo de monumentos y símbolos antiguos con fines propagandísticos será habitual en muchas de las ciudades ocupadas por los árabes desde el siglo VII.

Pese a estos cuidados, la Alcazaba de Mérida no pondrá fin a las rebeliones. Algunas serían “alentadas” por los gobernadores y en el último levantamiento de importancia, el de 868, el delegado del emir se decidirá a desmantelar parcialmente las murallas urbanas.

Castillo de Alange
Este levantamiento de 868 tiene una consecuencia indirecta para nuestro trabajo: será protagonizado por el muladí Abd al – Rahman Ibn Marwan Ibn Yunus al – Yilliqi contra el emir Muhammad I. Tras el triunfo del emir, Ibn Marwan marchará a Córdoba, para huir posteriormente en dirección al estratégico castillo de Alange. Este tira y afloja entre Marwan y Muhammad finalizará con un acuerdo por el cual Marwan no podrá volver a residir ni en Mérida ni en Alange:

Marwan al-Yilliqi y su familia podrán acogerse junto a un poblado a las orillas del Guadiana: Badajoz.

Tras el exilio de Marwan a Badajoz, la antigua capital de la Lusitania en importante centro urbano visigodo asistirá a su anulación como centro administrativo en beneficio de una nueva medina fundada por un rebelde a Córdoba.

3.- BADAJOZ: hacia la Taifa independiente.

Estamos en 875, y desde la salida de Ibn Marwan al-Yilliqi de Córdoba en 874 hasta la reocupación de las ciudades de Mérida y Badajoz por el califa Abd al-Rahman III en 931, podemos hablar de un ciclo político distinto: no sólo se produce un desplazamiento de la preeminencia económica y administrativa de Mérida a Badajoz, sino que ambas ciudades se organizan prácticamente al margen de la voluntad del emir de al-Andalus.

La creación del feudo de Badajoz para Ibn Marwan no le impedirá seguir desobedeciendo al emir. Todo lo contrario. Ya Ibn Qutiyya escribió que tras la reconstrucción de Badajoz, los seguidores de Marwan

invocarían en la oración al emir Muhammad, pero no estarían obligados a obedecer sus mandatos, ni a pagar contribuciones, ni a acatar sus prohibiciones.

Así, y en los distintos enfrentamientos que se producirán contra los ejércitos Omeyas, los Marwan llegarán a solicitar ayuda de las tropas cristianas. El rey Alfonso III acudirá en ayuda de Ibn Marwan, quien durante un breve período traslada su residencia a León:

Se alejó de las filas musulmanas para entrar en las cristianas… su política estaba orientada en sentido netamente leonés, prefiriendo los muwallads a los árabes
Ibn Hayyan

Durante poco más de 60 años los Banu Tayit en Mérida, Los Banu Furanik en La Serena y los Marwan en Badajoz harán de la Marca Fronteriza Extremeña un espacio político prácticamente independiente.

Ibn Marwan no sólo pudo reunir en torno suyo a muladíes y mozárabes, sino incluso obtener el apoyo de los beréberes, determinados a favorecer cualquier política en detrimento del poder árabe. Esta unión no será duradera y se fragmentará con los sucesores del soberano de Badajoz: a la muerte de Ibn Marwan en 889 le sucede su hijo Abd al-Rahman Ibn Marwan, promotor directo de la masacre de las tribus beréberes de Badajoz. No será el único que cree nuevos conflictos, y no sólo se producirán contra los Omeyas y los beréberes, también contra los Tayit de Mérida.

60 años de enfrentamientos y luchas contra el poder central, entre los Tayit y los Marwan y entre los Marwan y los bereberes de Badajoz permitirá a los reinos cristianos realizar incursiones más intensas (lo que las fuentes medievales llaman correr la tierra) en las tierras del Islam. En el año 912 se conmueve el occidente musulmán: el rey de León Ordoño II atacará y conquistará la ciudad de Évora, desmantelando sus murallas y abandonándola con posterioridad.

3.1.- La vuelta a la obediencia:

Al-Andalus viene viviendo un período de fragmentación política y social alarmante con el emir Muhamnad I. Córdoba hace frente a las rebeliones de Toledo y de Mérida, Abd Allah, sucesor de Muhammad, dedicaría buena parte de su emirato a las luchas contra los señoríos de Badajoz y de Mérida y contra Umar Ibn Hafsum, refugiado en Bobastro y convertido al cristianismo. Tras la ascensión de Abd al-Rahman III al emirato se producirá un cambio significativo en las políticas del gobierno: control férreo del emirato y ataque directo a los territorios en rebeldía marcan sus primeros años: en 928 logra Bobastro y envía los ejércitos contra Toledo y Mérida. La vuelta a la obediencia de estas ciudades le permite el viernes 16 de enero de 929 tomar el título de Califa durante el sermón.

Estamos asistiendo a una nueva etapa de esplendor en el occidente musulmán que culmina en 930-31 tras la derrota del biznieto de Ibn Marwan en Badajoz. La autoridad Omeya no volverá a ser cuestionada hasta la muerte de Almanzor y la subida al trono de Hisam III en 1027.

3.2.- El reino Taifa de Badajoz

Hisam III será el último califa omeya de al – Andalus. Ya en los primeros años del siglo XI el califato agonizaba entre desórdenes, pugnas cortesanas y la creación de auténticos cantones independientes en las marcas fronterizas. El poder califal se reducía a Córdoba y sus alrededores y aún en Córdoba son constantes los motines y revueltas.

El asesinato del valido de Hisam, Hakam ibn Sa`id, y la posterior huida del propio califa en 1031 certificará la defunción del al - Andalus Omeya.

En el año 1031 Córdoba se constituye en república municipal y los cantones y señoríos que aún vivían en la ficción de la obediencia a los Omeyas se declaran Reinos Independientes. Es la época de los muluk al-tawa`if, de los reinos taifas. Unas taifas que rivalizarán entre ellas entrando en una espiral de conquistas de los territorios circundantes. También unas taifas que crearán cortes que intentan imitar el esplendor cultural de Abd al-Rahman III. Unas taifas que sucumbirán al avance cristiano y a la reacción almorávide.

Quisiera, antes de relatar la creación de la Taifa de Badajoz y la sucesión de sus monarcas, exponer cuales van a ser las líneas generales y el contexto en el cual se va a desarrollar el gobierno de los Aftasíes:

La Taifa de Badajoz dominará un amplio territorio que incluye la actual Extremadura y Portugal. Según Manuel Terrón comprende unos 90.000 km2. El reino de los Aftasíes se verá limitado en el oeste y el norte por las incursiones cristianas y las posteriores tomas de ciudades, villas y pasos por los monarcas de León o de Portugal. Al sur y al este limita con las Taifas de Sevilla y Toledo.

Lisboa y Coria serán los puntos de arranque de la expansión cristiana. En 1064 la plaza fuerte de Coimbra se pierde y la presión de la reconquista se traslada a Lisboa, Alcacer do Sol y más al oeste, la misma Coria

Los monarcas aftasies intentarán crear una línea defensiva a lo largo del Tajo y el Guadiana, protegiendo la cabecera del reino. Destacan así los castillos y plazas fuertes de Logrosán, Alcántara, Monsanto, Montalvao, Lussa y Palmela en el Tajo, en el Guadiana podemos hablar de Arandu, Puerto Peña, Lares, Magacela, Mojáfar, Medellín, Alange y Jurumeña.

En los Llanos se establecerán las defensas en Azuaga, Fuente de Cantos y Lansas. Entre las principales ciudades destacan la propia Badajoz, Mérida, Santarem y Miknasa.

3.3.- La dinastía de los Aftasíes:

En el año 1022 aparece el primer rey Aftasí en Badajoz, sustituyendo en el gobierno al wali Sabur, quien prácticamente había convertido la Marca Fronteriza en cantón independiente durante los últimos estertores del califato de los Omeyas.

Sabur debió formar parte de los servidores de los Omeyas, probablemente ligado a Ibn Abi ´Amir –Almanzor-. Desconocemos cuando fue nombrado wali de Badajoz. Tampoco sabemos con certeza la fecha de su rebelión contra Córdoba. En todo caso, una vez dominados los resortes del gobierno de Badajoz y convertida la Marca en un cantón independiente, se arrogó el título de Hayib (primer ministro) con la colaboración activa de Ibn al-Aftas.

Ibn al-Aftas pertenecían a la tribu bereber de los Miknasa, una de cuyas ramas eran conocidos como los Banu Aftas. A él se deberá la creación de una de las taifas más importantes y poderosas de al-Andalus. Entre 1022 y 1094 será esta familia la que dirija los destinos de una población que prácticamente desde el siglo VIII venía rebelándose contra los distintos poderes centrales.

Ibn al-Aftas, a la muerte de Sabur, quedó como regente de Badajoz en 1022. Meses después logró que los hijos del antiguo Hayib abandonasen la medina convirtiéndose en jefe supremo de la Taifa.

Una de sus primeras medidas será la reparación de las murallas de la ciudad y hasta su muerte en 1045 protagonizará distintos enfrentamientos con la Taifa de Sevilla, cuyo gobierno estaba en manos del qa`id Abu Ibn Qasim Muhammad Ibn Abbad. El motivo permanente de discordia será el control de la ciudad de Beja, en una posición estratégica para ambos reinos.

Beja y Santarem serán las dos ciudades objeto del interés de los reinos que circundan la Taifa de Badajoz: para los cristianos, la conquista de Santarem abre las puertas al control de los territorios extremeños, para los abbadies de Sevilla, Beja es su entrada a los mismos territorios. También aquí tenemos prefiguradas algunas de las claves que permiten entender el destino del Reino Aftasí: los enfrentamientos entre los distintos reinos musulmanes, su incapacidad para lograr una política de defensa unitaria frente al avance cristiano (y con posterioridad, frente al avance almorávide) permitirá a los reinos de León y de Castilla consolidar sus conquistas y lograr el vasallaje progresivo de los propios monarcas de las Taifas. Esta sumisión al invasor será uno de los motivos “religiosos” que enarbole Yusuf para embarcar a los ulemas y alfaquíes musulmanes en la tarea de desalojar a los malik (reyes) del poder.

Las luchas contra Toledo, Sevilla y los cristianos minarán las posibilidades de Badajoz de sobrevivir. El enfrentamiento con los abbadíes sevillanos será una de las herencias del sucesor de Ibn al-Aftas, al –Muzaffar. Este rey no sólo será derrotado por el ejército de al-Mu`tadid en Évora y cercado en su propia capital mientras el poderoso rey sevillano saquea los alrededores, sino que verá impotente el avance de Fernando I (quien, por cierto, había logrado la unión de León y Castilla).

Fernando I atacará directamente la cabecera del reino aftasí. El debilitamiento del ejército musulmán tras las guerras con Sevilla, la presencia de mozárabes y monasterios en los alfoces de Coimbra y la relativa lejanía de las primeras defensas musulmanas, permitirán al monarca cristiano ocupar Lamego, Viseo, los castillos de Beira y atacar Santarem, la llave del Reino de Badajoz, la gran plaza fuerte del Tajo. El precio a pagar por al-Muzaffar será doloroso para el Islam: 5.000 dinares al año deberán Fernando I, además de rendir vasallaje.

Santarem quedará libre, pero en 1064 Fernando I conquista Coimbra y la cabecera septentrional de la taifa.

Al-Muzaffar, incompetente en muchas de las tareas de defensa del reino, pasará a la historia como uno de los reyes más doctos y refinados del mundo musulmán español. Llenará la corte de Badajoz de literatos, gramáticos y poetas, transmitiendo este afán por la cultura a su sucesor Umar al Mutawakkil.

Así, escribe al-Marrakusi:

al-Muzaffar era el más aficionado de los hombres a todas las ciencias de la literatura – abad – sobre todo a la gramática, la lengua, la poesía, las noticias extraordinarias y las fuentes de la historia.

El monarca pacense será promotor directo de la Enciclopedia Kitab al-Muzaffari (de 10 volúmnes), de la Historia de los Banu Aftas y apasionado de las poesías de Mutanabbi y al-Ma´ari.

Su sucesor completa la obra construyendo junto al Guadiana una residencia o jardín de recreo, una munya llamada al Badi (la insigne, la soberbia). Al Badi acogerá certámenes y luchas de poetas, allí se desarrollarán las más excelsas músicas, los más embriagadores bailes. Allí, rodeado de cantores como Abu Ishaq Ibrahim, Ibn Muqana, Ibn Abdum o los hermanos al-Qabturnub, de mancebos y de vino, Umar olvidará los rigores de la guerra.

Umar al – Mutawakkil llegará al poder tras derrotar a su hermano Yahya al-Mansur bi-llah. La guerra fratricida tuvo lugar entre 1068 y 1069 y la muerte de Yahya en 1072 le permitirá hacerse con las riendas completas del poder.

No habrá descanso en Badajoz después de 1079, y hasta entonces sólo se había vivido una paz precaria. Umar al – Mutawakkil tendrá que hacer frente, infructuosamente, a los intentos de Alfonso VI de lograr la plaza de Coria.

Quriya caerá en septiembre de 1079 y en 1080 el rey Alfonso pone sus miras en Toledo, en la antigua capital visigoda exhausta y declinante tras el gobierno de al-Qadir, el cual decide abandonar la ciudad ese mismo año, animando las pretensiones alfonsinas de lograr la Taifa de los Banu Di`n-num.

La oposición de una parte de la nobleza a entregar el reino a los cristianos permitirá a Umar al-Mutawakkil ocupar el trono de Toledo. Pero ante la incapacidad de hacer frente a los ejércitos alfonsinos, no sólo abandonará la ciudad la ciudad como Al-Qadir, sino que se llevará sus tesoros. Estamos en abril de 1081. Estuvo allí apenas un año.

Alfonso VI conquistará finalmente Toledo en 1085, tomando el título universal hispánico de Imperator totius Hispaniae.

1085 se el punto de inflexión:

- Los reinos cristianos llegan hasta la mítica frontera del Tajo
- Han ocupado Toledo
- Mantienen en vasallaje a la mayoría de los reyes taifas
- Amenazan Zaragoza.

Es en este contexto cuando se produce la llamada al emir Yusuf ibn Tasufin y sus almorávides del norte de África, y en esta llamada intervendrá activamente al-Mutawakkil.

Los almorávides entrarán en España el 30 de junio de 1086, poniendo fin, momentáneamente, al avance cristiano y comprobando la enorme debilidad de los gobernantes musulmanes de Al - Andalus.


La primera gran batalla tendrá lugar en Extremadura, Zallaqa o Sagrajas, el viernes 23 de octubre de 1086 (12 del Rayab del 479H). Para los musulmanes se conoce como la waq ´al al-yumua, viernes de la Batalla. El Rey grandino Abd Allah Ibn Buluggin, el propio Yusuf Ibn Tasufin y el poeta Ibn Labbana nos han dejado sus impresiones sobre la lucha.

En Zallaqa se encuentran los ejércitos almorávides, pacenses y granadinos y los cristianos de Alfonso VI. La victoria de los primeros supondrá el retroceso cristiano al norte del Tajo y el posterior fin de las Taifas.

Yusuf no sólo vuelva a Marruecos convencido de la necesidad de lograr al-Andalus para su emirato, sino que también vuelve con el apoyo religioso y moral de alfaquíes españoles a su proyecto. Las irreverencias de los reyes taifas, sus luchas intestinas y el avance de los monarcas cristianos convencieron a buena parte de la población musulmana a apoyar los planes de un rey que desde el Norte de África iba a dirigir la conquista entre 1088 y 1090. Las primeras en caer serán Granada y Málaga, contando con el beneplácito, y en algunos casos el concurso, de otras taifas como la de Badajoz.

De nuevo actúa el rencor entre los reyes de las Taifas, el rencor o la ceguera que permitirá a los almorávides actuar contra Granada, Málaga, Córdoba, Sevilla, Almería, Ronda…

En 1091 sólo resta el Levante y Badajoz. Umar,

Como el pez indeciso de que nos habla el Libro de Dinna, que no cesó de vacilar y de ir y venir hasta caer en las manos del pescador

en palabras del rey exiliado Adb Allah de Gradana, había colaborado activamente en la conquista almorávide de Sevilla y Granada, pero este apoyo no impedirá que en 1094 su reino pase a formar parte de las tierras de Yusuf.

Umar lo intentó todo: pidió ayuda a Alfonso VI en 1093, entregando Lisboa, Santaren y Sintra, se sometió a los avances almorávides y los ayudó… Todo fue en vano. Tras ser tomada su ciudad en 1094 y habiéndosele prometido el destierro, camino de Sevilla fue ejecutado junto a sus hijos.

Umar pone fin a la Dinastía de los Aftasíes. En 1106 morirá el casi centenario Yusuf sucediéndole en el gobierno del Imperio Almorávide su hijo Abu Ibn Hasam Ali. La historia de la presencia musulmana en Extremadura toma ya otros rumbos que, por el tiempo, de nuevo por el tiempo, nosotros ya no podemos seguir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te felicito Victor Por este gran resumen sobre Extremadura Musulmana.
Es un trabajo excepcional y una oferta cultural para los interesados de conocer la etapa musulmana en esta gran tierra.
con tu permiso, lo publicaré en
www.islamextremadura.blogspot.com
, felicidades.

Adel Najjar
Imam de la Mezquita de Badajoz

Unknown dijo...

Me sumo a las felicitaciones del señor Najjar. He disfrutado especialmente leyendo tu artículo, al que he caído por casualidad buscando datos sobre "las extremaduras moras". Nunca imaginé la importancia y el rico detalle histórico de una ciudad como Mérida, aparentemente eclipsada por las magníficas Sevilla, Zaragoza o Granada.
Como siempre, es un placer saber sobre nuestra historia, que tanto nos llama a la unión a ambos lados del Estrecho.
Qué lástima que la ignorancia y el desprecio total sean el único pago a cambio de la preciosa herencia musulmana.
Un saludo.

Guillermo Acosta Picó, aficionado a la historia de España